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miércoles, 7 de marzo de 2012


HISTORIAS DE FAMILIA


Son las 8 de la mañana y el despertador suena puntual-puntualísimo, como siempre. Mmmmmm, qué pereza levantarse de la cama, ¿verdad? Pero está amaneciendo una jornada repleta de actividad y compromisos, así que… ¡Arriba! ¡Que no se diga!
Despegas la oreja de la almohada viscoelástica (¡Qué bendición para las cervicales! Desde el día en que decidiste comprarla cómo ha cambiado tu humor mañanero, ¿verdad? ) y te encaminas a la ducha para empezar el día con buen pie.
Y hablando de pies: ¿Dónde dejaste ayer guardada la funda para la escayola del pie? Estaba por aquí, seguro…
-¡Mari! ¿Me has recogido tú la funda impermeable?
-¿Qué funda impermeable?
-Mujer, ¡la que necesito para ducharme sin mojar la escayola!
-Ah, sí, abajo, en el último cajón del armarito…
Qué mujer, siempre empeñándose en escondértelo todo. Nunca entenderá tu concepto de “caos ordenado”, está claro.
En fin, que una vez bien protegido del agua tu pobre pie lesionado, entras en la ducha y te dispones, por fin, a terminar de despertarte.
Bufffffff, qué gozada el agua calentita… Estás tan a gusto debajo del grifo que cierras los ojos y te lo tomas con calma, con mucha tranquilidad. La esponja con mango es un invento estupendo para masajear la espalda sin forzar los hombros (dichosas cervicales…), ¡definitivamente! En un momento dado incluso  y casi sin pensarlo, te encuentras sentado plácidamente en el banco de ducha que instalasteis hace unos meses para el abuelo. Es muy práctico y funcional y al yayo, con su parálisis y sus problemas de cadera, le hace un servicio estupendo; pero es que, además, es tan cómodo… En fin, a ver si te espabilas porque a este paso ¡te vuelves a quedar dormido en la ducha!
-¡Hola abuela! ¿Qué tal has dormido hoy?
Encontrar a la abuela en la cocina cada mañana, enfundada en su delantal y concentrada en preparar el desayuno para todos  es mucho más que un placer: ¡Es un auténtico lujo! Es verdad que no tiene ya la agilidad que tenía hace 20 ó 30 años (cuando ganaba todos los concursos de torrijas de la Región…)y que ha pasado alguna temporadita un poco regular, pero gracias a los “cacharros”, como ella los llama (los cubiertos ergonómicos, el cuchillo mecedora, la tijera de sobremesa, el abrelatas especial,  el ponemedias, el calzador, el subecremalleras… ) que poco a poco, cumpleaños tras cumpleaños y Navidad tras Navidad le han ido regalando los peques, se las apaña como una campeona y nos deleita con unos cánticos y bailoteos mañaneros que nos ponen las pilas pero bien. Entre eso, sus torrijas (que siguen siendo de concurso, ¿eh?) y el buen humor que va repartiendo… ¡Así da gusto ponerse en marcha!
Desayuno en familia, un beso rápido al abuelo que desayuna en la cama (antes había que ayudarle, pero ahora, con su mesita auxiliar, su vaso antivuelco y los cubiertos con muñequera de velcro ha recuperado tal autonomía que no quiere ver a nadie por su habitación antes de terminarse el primer café; dice que antes “no es persona” y que, además, los críos le vuelven loco con tanto grito y que él se ha ganado el derecho a desayunar  cada día tranquilo, desperezándose a su ritmo y viendo las noticias en la tele. “-Como un marqués, hijo, ¡como un marqués!”) y después, cada uno a lo suyo. Tú a trabajar, Mari a entrenar, que este fin de semana compite (que no se le olvide ponerse la rodillera de neopreno que le recomendó la fisio, no vayamos a liarla y nos juntemos dos lesionados en casa), los niños al cole y el pequeñajo a la guardería. De llevarle ya te encargas tú, que sé que te encanta disfrutar de ese paseo con tu bebote a cuestas. Pesa ya sus 10 kilitos, pero con esta mochila portabebés ergonómica fantástica que os habéis agenciado no se nota el peso, ¿verdad? Solo se nota ese contacto reconfortante para ti y para él, esa cercanía y ese vínculo especial. Es genial… Además recuerda lo que la pediatra os ha asegurado: Que es una manera fabulosa de reducir el riesgo de displasia de cadera y de plagiocefalia craneal. Así que… ¡todo parabienes!
Los abuelos se quedan en casa un rato más y después, cuando estén preparados, saldrán a dar una vueltita, a sus recados o a “sus historias”, ¡ellos sabrán! Con la nueva silla de ruedas de aluminio, súper-ligera y 100% manejable entran y salen cuando y como quieren, él sentado y ella empujando. No necesitan que nadie les eche una mano y llevan una vida plenamente activa. Tan activa y tan ajetreada que la abuela ha tenido que encargarse unas plantillas a medida y se ha comprado unos zapatos especiales para pies delicados; todo para que, lo que no ha conseguido parar la enfermedad del abuelo, no lo paren sus juanetes. No es raro encontrárselos de charla en alguna plaza, jugando a las cartas con los amigos en la cafetería de la esquina (sus compañeros de mus al principio ponían caras raras ante la lupa de cuello que usa el abuelo para jugar, pero cuando han visto que no les deja ganar ni media han optado por preguntar discretamente dónde la ha conseguido y a qué precio) o incluso bailando en el Hogar del Jubilado. La abuela acaba agotada, sí, pero como ella misma dice, “-¡sarna con gusto, no pica!” y además, con un poco de suerte algún camarada de baile se ofrece a empujar la silla del abuelo hasta el barrio y ella, tan ricamente, aprovecha para sacar del bolso su bastón plegable con estampado floral y lucirlo como quien no quiere la cosa.¡ Pues no es coqueta ni nada, la abu!
Tú estas semanas tendrás trabajo de oficina,¿ verdad? Lo digo porque con el pie escayolado no pintarás mucho en el almacén… Aquí se quedarán pues por una temporada, la faja de trabajo, las botas de goma antideslizantes (siempre hay charcos de grasa por aquí y son muy traicioneros; ¡precisamente por confiarte y prescindir de las botas hace unos días estás ahora como estás!), las muñequeras de neopreno… Tendrás que cambiarlas temporalmente por este cojín lumbar que, para las horas que vas a pasar tecleando aquí sentado, te va a venir que ni pintado. Y sin haberlo preparado…
Mari a estas horas estará corre que te corre y nada que te nada. Al final no le has recordado que metiera la rodillera de neopreno en la mochila, pero no te preocupes, seguro que se habrá acordado ella sóla, que a organizada no le gana nadie. (¡Que te lo digan a ti, cada vez que tienes que buscar las cosas que ella te ordena!) No hay más que ver ese pastillero chulísimo que lleva en el bolso con todas sus medicaciones organizadas por horas y por días, con su fundita azul que podría hacerlo pasar por una agenda y todo… Es una monada, la verdad. Tiene algún otro en casa, más troteros y más funcionales quizás (uno que además es partidor, otro que las tritura…) pero este en concreto es un detalle de lo más fashion. ¡Como ella!
Y luego una reunión, y unas compras, y extraescolares, y horas extra, y… Todos llamáis a casa en algún momento del día para ver si los abuelos necesitan algo, pero la mayor parte de las veces no os cogen el teléfono siquiera. No porque no lo oigan (imposible con el teléfono de teclas gigantes, luz de aviso y tonos de intensidad regulable que les comprasteis para su aniversario…) sino porque… ¡tienen tanta vida social que rara vez están en casa! Estos abuelos modernos…
Volveréis a juntarnos todos a la hora de la cena. El bebé suele quedarse dormido un poco antes en el pecho de mamá (si alguna vez ella va a llegar más tarde tú te encargas de darle la última toma; siempre leche materna que Mari te deja preparada, extraída con un sacaleches elçéctrico fenomenal que su hermana le ha regalado y congelada en bolsitas especiales,  y siempre utilizando un biberón especialmente diseñado para favorecer la lactancia materna, ¡otro de esos grandes pequeños inventos que tanto os facilitan las cosas!), así que los demás os sentaréis alrededor de la mesa, compartiréis un buen pollo asado “made in la abuela”, charlaréis de esto y de aquello un buen rato y… y después a dormir.
-¿Qué tal el día? ¿Muy cansada?
-Bah, no creas, no me voy a quejar…
Es cierto que no podemos quejarnos. Con achaques y enfermedades, con los años que pasan y las lesiones que llegan, con los desafíos a los que nos hacen enfrentarnos nuestros mayores, nuestros pequeños y la vida misma… con todo eso, nuestra vida puede ser en realidad tan-tan fácil…
-Buenas noches cariño, que duermas bien.
-Seguro que sí!

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La familia del relato no es real, pero sí son reales las situaciones a las que tienen que enfrentarse sus miembros a lo largo de un día cualquiera. Cada día. Todos ellos… Son reales sus achaques, sus enfermedades, los años que pasan, las lesiones que llegan… La vida es real y son muy-muy reales los desafíos que la vida les tiene preparados. A los mayores, a los pequeños…


La vida es real, sí, muy-muy real, y la posibilidad de vivirla de una manera más fácil, no lo dudes, ¡también lo es!
Busca con nosotros esa manera. Hazte la vida, cada día, ¡un poquito más fácil! J

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